Colores del flujo menstrual: qué es normal y cuándo consultar a un ginecólogo.
¿Cuánto sabrías decir de tu ciclo menstrual? ¿Eres capaz de describir el olor de tu flujo menstrual, el color de la sangre de tu regla, o si la textura es más líquida o con coágulos?
Si has arrugado la nariz y pensado que estas preguntas son algo desagradable: es normal.
Es normal que pongas mala cara al pensar en todos estos detalles porque la sociedad nos ha llevado a ocultar ciertas cosas, a pensar que son tabú, o que no se pueden comentar en voz alta.
La salud menstrual es una de estas cosas de las que no se habla. Y sí, vamos mejorando, cada vez está más normalizado el hablar de una regla dolorosa, mencionar que se tiene la menstruación, o que las niñas no escondan las compresas cuando van al baño.
Pero a pesar de ello, hay ciertas cosas de nuestro ciclo menstrual que todavía son muy desconocidas. En la mayoría de ocasiones, nuestro conocimiento de la fisiología femenina se limita a saber si tenemos la regla de forma regular o no, y cuánto nos suele durar.
Sería muy conveniente que la educación sexual, tanto en casa como en las escuelas, incluyera una atención mucho más específica al ciclo menstrual femenino y a toda su ciclicidad.
¿Por qué es tan importante conocer la menstruación femenina?
Porque este proceso cíclico ofrece muchísima información sobre la salud de la mujer. El ciclo menstrual es fruto del funcionamiento general del organismo. No es un proceso ajeno a ello, sino resultado del mismo. Y, por ello, alteraciones en las características del ciclo -su color, su intensidad, su olor- pueden ofrecer pistas sobre lo que está ocurriendo en el conjunto del cuerpo.
Además, el hecho de desconocer todas las posibilidades y el funcionamiento de la ciclicidad femenina generan dudas y preocupación.
En ocasiones, un cambio en la cantidad, olor o textura del flujo vaginal pueden preocuparte de forma innecesaria: hay una gran variedad de características que se consideran normales y que, de hecho, siguen un patrón cíclico.
Ese conocimiento tan necesario permitiría también estar alerta a cualquier cambio que no entre dentro de lo considerado normal.
¿Por qué la menstruación cambia de color?
El ciclo menstrual tiene su propia carta de colores. Desde el rosa al morado, pasando por el rojo intenso. Y existe una explicación fisiológica para cada uno de ellos.
En la mayoría de los casos, se trata de algo normal y fisiológico, en respuesta a una situación hormonal o física determinada. Pero es cierto que otras veces no. Lo que sí es seguro es que es un buen baremo para conocer el buen funcionamiento el cuerpo de una mujer.
En general, una regla con un rojo carmesí sería un buen síntoma de salud.
Distintas tonalidades de la sangre menstrual y sus causas
Como hemos visto, la sangre de la regla puede llegar a tener muchas tonalidades distintas, y la gran mayoría fisiológicas. Las detallamos y te avisamos de cuándo deberías visitar a tu ginecólogo.
Sangre color rojo brillante
La sangre menstrual no suele tener un color tan vivo como el de un corte en un dedo, por ejemplo. Esto es porque está mezclada con tejido de la descamación endometrial. El color termina siendo ligeramente más oscuro en general.
El color rojo brillante nos habla de una descamación correcta y reciente del endometrio. Corresponde este color al momento de máximo flujo menstrual.
Esto significa que la sangre es fresca y fluye con rapidez. Cuando se libera demasiada sangre ésta no tiene tiempo para coagularse, por lo tanto adquiere un color más brillante. Cualquier coágulo que se pueda observar en ella puede deberse a partículas endometriales o a elementos de un óvulo interrumpido.
La sangre puede permanecer así durante todo el periodo o puede oscurecerse a medida que el flujo disminuye.
Sangre rojo oscuro
La sangre se oscurece porque se oxida. Esto ocurre tanto cuando hay un volumen de sangre no muy grande, como cuando el proceso de expulsión de la misma se ve ralentizado.
De hecho, si se tiene poco sangrado éste tenderá a salir más lentamente, por lo que será más fácil que se oxide. Si este color se corresponde con sangrado no muy abundante o con el sangrado del final del ciclo, podría considerarse fisiológico.
También es posible observar este color al despertarse por las mañana. La falta de gravedad al dormir puede hacer que la sangre se condense y salga más oscura.
Sangre de tonalidades rosa
Ver sangre de color rojo claro o rosa puede ocurrir cuando el período es más ligero de lo habitual.
Al haber poca sangre y mezclarse con otros fluidos, queda diluida, con un color más pálido.
Causas de una menstruación rosada:
- Momentos de estrés,
- exceso de ejercicio,
- una dieta muy limitada en grasas,
- una pérdida importante de peso.
- Algunos anticonceptivos hormonales que no contienen estrógeno,
- la propia ovulación,
- el inicio del climaterio.
Pero si el período se vuelve más ligero mes tras mes podría ser un indicador de una deficiencia de vitaminas o nutrientes, o bien de niveles bajos de estrógeno, por lo que deberías consultarlo con un especialista.
Regla en tonos marrón o negro
La sangre que pueda quedar adherida al útero puede permanecer en él hasta la siguiente menstruación. Esta es la razón principal por la que pueda aparecer un sangrado marrón oscuro al inicio de la menstruación. Se debe a un descamado incorrecto del endometrio en el ciclo anterior.
En ocasiones, una apertura cervical demasiado estrecha puede dificultar el flujo menstrual de alguna manera y favorecer remanentes extraordinarios. O situaciones como la endometriosis también puede generar fluidos más oscuros.
El color negro, en cambio, ya no es tan fisiológico. Si experimentas este color negro de menstruación también deberías consultarlo con un ginecólogo, ya que puede ser resultado de una infección o una enfermedad de transmisión sexual.
Sangre en tonalidad naranja u óxido
Si la sangre del período menstrual tiene un tinte anaranjado, pero la consistencia y el aroma no parecen diferentes de la sangre habitual del período menstrual, lo más probable es que no sea nada de lo que preocuparse.
Puede ser el resultado, como en el caso anterior, de una mezcla con el flujo cervical. Sin embargo, si la textura o el aroma también han variado, sí puede tener que ver con alguna enfermedad o infección de transmisión sexual.
Por otro lado, algunas mujeres coinciden en identificar un ligero manchado de color naranja o rosa cuando sospechan que se ha producido implantación, entre 10 y 14 días después de la concepción. Sería el llamado manchado de implantación y no todas las mujeres lo experimentan, pero sí es cierto que puede tener este color.
Sangre azul o púrpura
Aunque parezca sorprendente también puede aparecer un flujo menstrual con esta tonalidad. Se trata de sangre coagulada y la explicación será similar a la de flujo marrón del que ya hemos hablado.
El flujo menstrual púrpura suele relacionarse con un exceso de estrógenos en el sistema. Una dieta rica en fibra, reducir los cereales refinados y tomar alguna infusión detox puede ser suficiente para revertir esta situación. Consulta con un especialista para favorecer la correcta metabolización de las hormonas sexuales.
Regla en tono grisáceo
Aquí las cosas ya no parecen ser tan fisiológicas. La sangre grisácea está asociada con infecciones como vaginosis bacteriana. Presta atención a la aparición de este color, sobre todo si viene acompañado de cambios en el olor de la menstruación, dolor, picazón o incluso fiebre.
Además del color de la sangre, es muy importante analizar también el olor y la textura y cantidad de flujo en cada menstruación.
Te puede interesar:
- 📌 Beneficios de la acupuntura en la fertilidad
- Aprende de tu menstruación: lo que tu regla puede llegar a contarte sobre tu salud
Productos relacionados
- Geller, SE, et al. Differences in Menstrual Bleeding Characteristics, Functional Status, and Attitudes toward Menstruation in Three Groups of Women. Journal of Women’s Health & Gender-Based Medicine VOL. 8, NO. 4. May 2009.
2. Dasharathy, SE. et al. Menstrual Bleeding Patterns Among Regularly Menstruating Women. American Journal of Epidemiology Publicado por Oxford University Press en nombre de la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health 2012. Vol. 175, No. 6