Microbiota y fertilidad femenina
‘Microbiota’ parece ser la palabra de moda desde hace unos años. Se trata del conjunto de microorganismos vivos que conviven estrechamente con nosotros en especial en determinadas zonas del cuerpo como son los tejidos mucosos.
Las células bacterianas en el cuerpo humano representan entre el 1 y el 3% del peso corporal total, es decir, que si pesamos 60 kilos, ¡entre 600 gramos y 1.8 kilos de nuestro peso son bacterias!
Casi la misma cifra que células tenemos en el cuerpo. Las investigaciones más recientes se han centrado en comprender cómo las diferentes comunidades de bacterias en el cuerpo (por ejemplo, microbiomas intestinales, respiratorios, cutáneos y vaginales) predisponen a la salud y la enfermedad.
Los tejidos mucosos donde sobreviven las diferentes bacterias que conforman la microbiota caracterizan todas las zonas de ‘acceso’ a nuestro cuerpo (todos los orificios, para que nos entendamos).
Todas ellas tienen unas características fisiológicas similares y cuentan con mecanismos muy particulares para realizar una función defensiva muy selectiva. En esta función defensiva participan, en especial, diferentes microorganismos vivos: la microbiota.
Durante mucho tiempo fue denominada como «flora intestinal» si bien ahora este término ha sido sustituido por el de microbiota. El cambio se justifica porque la palabra «flora» hace referencia a la vida vegetal y, sin embargo, estos microorganismos son bacterias, hongos y levaduras, cuyo funcionamiento no tiene nada que ver con el de las plantas.
Es por ello que en la actualidad se ha adoptado el nombre más preciso y científicamente aceptado de microbiota para nombrar a este microecosistema.
La importancia de ésta reside en su capacidad para participar en muchísimos procesos fisiológicos diferentes de nuestro organismo.
La composición y el equilibrio entre las diferentes bacterias y microorganismos residentes en las mucosas del aparato digestivo y reproductivo parecen estar directamente relacionados con la salud reproductiva de nuestra especie. Veamos cómo sucede.
Microbiota y salud reproductiva
Las funciones interactivas de la microbiota y del microbioma intestinal con su anfitrión (nuestro cuerpo) se han investigado exhaustivamente dejan claro que nuestros microbios no son simples residentes o patógenos, sino que intervienen.
¿Y cómo es esta intervención?
Pues regulando, especialmente, el sistema inmunológico innato y adaptativo del huésped. Con ello, participan de la protección contra patógenos, de la homeostasis y del metabolismo entre otras cosas.
Y, como hemos comentado en otro post, el sistema inmune tiene mucho peso en la salud reproductiva de las mujeres y los hombres.
Al fin y al cabo, el cuerpo de la mujer debe recibir una célula nueva, desconocida hasta la fecha, medio “extraña” –ya que el 50% pertenece a la pareja o donante, como mínimo-, y que crece y se reproduce a alta velocidad.
Ante esta dinámica celular, el sistema inmune suele responder de forma agresiva con un fin defensivo. Sin embargo, para que la implantación se dé, el sistema inmune de la mujer debe estar suficientemente “tranquilo” como para hacer un buen trabajo de investigación antes de atacar, y poder así identificar las especiales características de esta nueva célula, de forma que sea respetada y se permita la implantación. Esta capacidad de discernimiento del sistema inmune está directamente relacionada con la microbiota vaginal y endometrial.
Microbiota vaginal
El Proyecto Microbioma Humano surgió en 2008 como una iniciativa del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos con el objetivo de la identificación y caracterización del microbioma humano, tanto en la salud como en la enfermedad.
En sus conclusiones se demuestra una notable diversidad de ecología microbiana dentro del cuerpo humano.
La microbiota vaginal es única, en el sentido de que en muchas mujeres suele estar dominada por especies de Lactobacillus.
Sin embargo, en algunas mujeres carece de Lactobacillus y está compuesto por una amplia gama de microorganismo anaerobios estrictos y facultativos. En estos casos, se correlaciona ampliamente con un mayor riesgo de infección, enfermedad y malos resultados reproductivos y obstétricos.
Curiosamente, el nivel de protección contra la infección también puede variar según la especie y cepa de Lactobacillus, y algunas especies, aunque dominantes, no siempre son óptimas. Esto influye en el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual y posiblemente influya en la aparición de resultados reproductivos adversos resultantes, como la infertilidad por alteración en las trompas.
La microbiota vaginal debe estar dominada por Lactobacilus crispatus y gasseri.
Varios estudios así lo corroboran para todos los grupos de mujeres estudiados. Sin embargo, a más cantidad no siempre los resultados son mejores. De hecho, en un estudio se demostró que en el grupo de infertilidad inexplicable, los niveles eran los más altos.
De los tres grupos analizados, el grupo con fracasos de la implantación recurrentes tenía una microbiota vaginal considerablemente menos diversa, con niveles más altos de bacterias anaeróbicas como Leptotrichia, Snethia y Prevotella.
Este tipo de bacterias favorece la inflamación local y sistémica a través de diferentes sustancias inflamatorias como las llamadas TNF-α o IL-6.
En la zona vaginal, la microbiota influye, además, en la morfología de los diferentes tejidos y condiciona la predisposición a sufrir alteraciones por irritación o micro lesiones de los mismos.
Además, la microbiota es crucial en la protección contra las infecciones uterinas, al defender su nicho y competir con los patógenos.
Esto lo consigue gracias al entorno ácido que las bacterias generan cuando están en equilibrio. Si este equilibrio se pierde, se modifica el pH de la zona, favoreciendo el crecimiento de microorganismos nocivos para el cuerpo humano.
La composición microbiana de la vagina se puede evaluar de forma no invasiva por lo que, además, resulta una herramienta accesible y económica. Los resultados de dicha prueba pueden llegar a predecir el resultado de la fertilidad natural así como de los tratamientos de reproducción asistida.
Estudios sobre microbiota vaginal y fertilidad
Aunque el conjunto de datos de algunos estudios es aún demasiado pequeño para permitir un análisis ajustado detallado y concluyente, sí se ha constatado una clara tendencia a una tasa más baja de embarazos clínicos y bioquímicos en el grupo de mujeres con una microbiota alterada en comparación con el grupo de microbiota normal.
A pesar de las deficiencias de los estudios hasta la fecha, la microbiota vaginal correcta, dominada por Lactobacillus -en concreto el Lactobacillus Crispatus-, se ha asociado con una tasa de nacimientos significativamente más alta.
La microbiota vaginal anormal tiene una fuerte correlación con el fracaso de la fecundación in vitro (FIV), debido a la falta de implantación o a la pérdida de embarazos durante el primer trimestre. Se ha demostrado que una composición anormal de la microbiota vaginal conduce a partos prematuros, abortos espontáneos y problemas para concebir.
Los estudios han sugerido que la disbiosis intestinal, es decir, el desequilibrio de bacterias en las mucosas, reduce el desarrollo exitoso del embarazo en los primeros meses de una FIV.
Las mujeres con una microbiota vaginal anormal tienen aproximadamente 1,4 veces menos probabilidades de tener un embarazo exitoso después del tratamiento de FIV en comparación con las mujeres con microbiota normal. Sin embargo, es cierto que existen informes contradictorios y que existe demasiada heterogeneidad en las metodologías de los estudios de la microbiota vaginal durante la FIV, lo que conduce a una escasa comparabilidad. Falta aún camino para investigar más en detalle.
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Microbiota endometrial
El útero ha sido considerado clásicamente una cavidad estéril, es decir, libre de bacterias y otros microorganismos. Pero hoy en día, esta visión ha cambiado y se ha demostrado que no es así.
No sólo está colonizado por un grupo de microorganismos sino que su capacidad receptiva, resulta crucial para la fertilidad. Además de para el correcto proceso de implantación, también es vital para la posterior formación de la placenta, ya que el inicio de la misma depende en gran medida de la interacción con las células inmunitarias.
El estudio de la microbiota endometrial es un factor a tener en cuenta ante el aumento en los fracasos de implantación, las pérdidas recurrentes y otras patologías del endometrio y la placenta, como la preeclampsia, que son cada vez más abundantes.
Se necesitan estudios más sólidos para investigar la colonización uterina. Con base en los datos actuales, las investigaciones futuras deben incluir el microbioma uterino como un factor relevante para comprender los actores necesarios para un embarazo saludable.
Se puede analizar con cierta facilidad el líquido endometrial en busca de información sobre la microbiota en la zona. En total, actualmente se conocen unas 190 cepas diferentes, si bien, la microbiota endometrial se cree que es altamente estable y principalmente compuesta por cepas del tipo de los Lactobacillus.
La presencia de una microbiota no dominada por estos Lactobacillus en un endometrio receptivo ha sido asociado a malos resultados reproductivos para pacientes bajo tratamiento de fertilización en vitro, y a disminuciones significativas en las tasas de implantación, del ratio de embarazos, de los embarazos en curso y de la cantidad de niños nacidos vivos.
Microbiota intestinal
A nivel más sistémico, también hay estudios que relacionan el estado de la microbiota intestinal con el éxito reproductivo. La diversidad de bacterias intestinales entre los grupos de mujeres infértiles, en comparación con los grupos control, es generalmente menos diversa.
Además, las mujeres con problemas de fertilidad (fracaso de implantación recurrente) presentaban, según un estudio, una composición bacteriana poco fisiológica, donde abundaban las bacterias gram-positivas, principalmente del filo Firmicutes.
Por el contrario, las bacterias gram-negativas eran relativamente más abundantes en el grupo de infertilidad idiopática o inexplicable.
Además, los géneros de bacterias productoras de moco como Prevotella y Sutterella disminuyeron en todos los grupos que presentaban infertilidad.
Y, curiosamente, en estos grupos se evidenció un aumento significativo del género Hungatella, asociado con la producción de N-óxido de Trimetilamina (TMAO), más conocido por provocar alteraciones en la coagulación, capaces de alterar la implantación embrionaria.
Por último, este estudio ofrecía una última curiosidad. La disbiosis vaginal no solía coexistir con la disbiosis intestinal. O hay disbiosis (alteración) vaginal, o la hay intestinal.
Así que, ante todas estas evidencias, en caso de dificultad para conseguir la fertilidad de forma natural o asistida, se recomienda un estudio de la microbiota, tanto la vaginal, como la uterina y la intestinal.
Referencias:
- Moreno, I. Codoñer, FM. Vilella, F. et al. Evidence that the endometrial microbiota has an effect on implantation success or failure. American Journal of Obstetrics & Gynecology DECEMBER 2016
- Haahr, T. et al. Abnormal vaginal microbiota may be associated with poor reproductive outcomes: a prospective study in IVF patients. Human Reproduction, Vol.31, No.4 pp. 795–803, 2016
- Skafte-Holm, A. et al. The Association between Vaginal Dysbiosis and Reproductive Outcomes in Sub-Fertile Women Undergoing IVF-Treatment: A Systematic PRISMA Review and Meta-Analysis. Pathogens 2021, 10, 295.
- Singer, M. et al. The relation of the vaginal microbiota to early pregnancy development during in vitro fertilization treatment. A meta-analysis. Journal of Gynecology Obstetrics and Human Reproduction 48 (2019) 223–229 s.
- Schoenmakersa, S. Laven, J. The vaginal microbiome as a tool to predict IVF success ertility, IVF and reproductive genetics. 2020 Wolters Kluwer Health, Inc.