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¿Afecta (realmente) el sobrepeso a la fertilidad? La VERDAD.

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¿Afecta el sobrepeso a la fertilidad? Te lo contamos todo

Tener sobrepeso es un problema en muchos ámbitos de la salud. De hecho, mucho se ha escrito sobre las distintas afectaciones que tiene un peso excesivo: problemas cardiovasculares, de salud mental, de artrosis, mayor prevalencia de cánceres… 

La pregunta es: ¿el sobrepeso y la obesidad tienen también afectaciones sobre la fertilidad femenina y masculina? 

¿Tener sobrepeso u obesidad reduce las posibilidades de conseguir un embarazo?

La respuesta es sí. En este artículo vamos a ver todos los matices de este sí. 

El sobrepeso como factor de riesgo en la fertilidad

Se cree que aproximadamente el 7% aproximadamente de las mujeres en edad reproductiva tiene algún  tipo de problema de fertilidad. El sobrepeso y la obesidad son unos de los mayores  factores de riesgo de cara a conseguir el éxito reproductivo. 

En sentido opuesto, está  demostrado que la pérdida de peso en estas pacientes mejora los ratios de fertilidad. 

Existe una cantidad de estudios suficiente como para apoyar la teoría de que reducir la cantidad de hidratos de carbono puede reducir los niveles de insulina en sangre,  restablecer el equilibrio hormonal y, con ello, favorecer la correcta ovulación de las mujeres. 

Las dietas bajas en hidratos de carbono son capaces de optimizar los niveles  de fertilidad en la mujer, y muy especialmente en aquellas que sufren Síndrome de  Ovario Poliquístico (SOP). Puedes leer más en profundidad sobre el Síndrome de Ovario Poliquístico y su relación con la fertilidad aquí. 

Visión social y biológica del sobrepeso 

El sobrepeso es un problema de la vida moderna, pero… ¿por qué se da? 

Un cuerpo paleolítico para la vida moderna 

¿Cómo es posible que biológicamente podamos almacenar grasa hasta el punto de que sea un elemento perjudicial para la reproducción de la especie? 

La célula de grasa está especialmente diseñada para almacenar reservas energéticas, gracias a ella la humanidad ha llegado hasta donde nos encontramos, sirviendo de  almacén energético para los periodos de escasez y hambre por los que ha pasado el  ser humano.  

La célula de grasa o adipocito “no tiene fin”. 

Puede almacenar y almacenar sin que nada le frene. En caso de escasez de alimento, el cuerpo humano está muy bien preparado.  

Cuenta con varios mecanismos fisiológicos para conseguir energía de diferentes  fuentes pero solo cuenta con un recurso para lidiar con el exceso de comida: la insulina

El principal mensaje de esta hormona en el organismo es el de almacenar en el adipocito todo aquello que no se gaste, de manera que quede disponible por lo que  pueda pasar en el futuro. 

La fisiología humana ha cambiado muy poco a lo largo de la historia. Eso significa que  aún hoy, el cuerpo humano está más diseñado para tiempos de escasez que para el acceso a comida

El  tipo de dieta actual –abundante, constante y rica en azúcares- dispara los niveles de  insulina y favorece el almacenaje de toda esa energía ingerida. Al fin y al cabo, el  cuerpo está diseñado para guardar una valiosa energía para poderla usar cuando sea  necesario. 

El problema es que ya nunca es necesario gastar estos almacenes porque  nunca hay periodos de escasez de comida. Así que, acumulamos, acumulamos y  acumulamos… Y apenas gastamos. 

Nuestra fisiología pertenece aún a la era del  paleolítico. El cuerpo no está correctamente adaptado a la vida moderna y el  resultado son cifras cada vez más altas de obesidad a lo largo y ancho del planeta.  

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Más allá de la estética 

Un aspecto interesante de la grasa es su distribución dentro del cuerpo. Dependiendo  de por dónde esté distribuida resulta más o menos relevante para la salud y para la  fertilidad. 

La grasa visceral o la grasa central (en la tripa) es más perniciosa que la grasa  periférica o general. 

Y el problema no es estético. 

La grasa, que durante años ha sido considerada un material despreciable en medicina, está hoy considerada como un órgano endocrino más, es decir, un órgano capaz de producir hormonas por sí mismo.

Efectos del sobrepeso en la fertilidad

Una situación de exceso de grasa mantenida en el tiempo no sólo altera el equilibrio  hormonal de la mujer sino que, además, altera la actividad tanto de los ovarios como  del endometrio. 

Desde la grasa se segregan sustancias -leptina, ácidos grasos y  citoquinas-, que pueden llegar a entorpecer la maduración del ovocito e incluso la  capacidad receptiva del útero. 

Tanto es así que las mujeres con obesidad, con un índice de masa corporal (IMC) mayor de 30, presentan tres veces más desarreglos menstruales que las mujeres en normopeso. 

En el caso de la fertilidad, las mujeres con  obesidad o sobrepeso (IMC de 25) tardan más en conseguir un embarazo y tienen un 68% menos de probabilidades de éxito en su primera terapia de reproducción asistida.  

Generalmente necesitan mayores dosis de medicación para conseguir el mismo  estímulo hormonal y presentan mayor número de cancelaciones de ciclos por falta de  estimulación.  

Problemas para la maduración y la implantación 

El desarrollo de una condición llamada Resistencia a la Insulina Periférica -que siempre  viene acompañando a situaciones de sobrepeso y obesidad-, produce un desequilibrio hormonal tanto de estrógenos (hormona femenina) como de andrógenos (hormona  masculina). 

Esta situación contribuye a producir anovulación y a reducir la receptividad  endometrial, y causa infertilidad. Está científicamente documentada la relación inversa entre obesidad y fertilidad.  

La buena noticia es que la pérdida de peso suele ser capaz de restaurar la fertilidad en  la mayoría de los casos, favoreciendo un buen desarrollo de los embarazos y, muy en  especial, los procesos que implican reproducción asistida. 

La obesidad en hombres también tiene un peso en la ecuación de la fertilidad. Los  estudios demuestran que los hombres obesos o con sobrepeso reportan menor  densidad espermática y mayor número de alteraciones hormonales.  

El mecanismo por el cual la obesidad impide la ovulación y la fertilidad es aún desconocido. Lo que sí se sabe es que esta condición disminuye la concentración de  determinadas proteínas encargadas de transportar las hormonas sexuales por el  cuerpo, necesarias para que puedan desarrollar su función correctamente. 

El  sobrepeso suele aumentar la secreción de varias hormonas: la hormona masculina,  andrógeno -favoreciendo el síndrome de ovario poliquístico entre otras alteraciones-,  la hormona estrógeno y la hormona insulina. 

Los estudios realizados en la Universidad de Milán hablan de que la tasa de embarazo  espontáneo está alrededor del 30%, pero puede mejorarse hasta un 40-50% con una  pérdida de peso de entre el 10 y el 15%. 

También confirmaron la eficacia de la medicación para recuperar la sensibilidad a la hormona insulina y mejorar la capacidad  del cuerpo para ovular, como principales funciones afectadas por la obesidad. 

Una  buena supervisión para conseguir una pérdida de peso progresiva, combinado con la  realización de ejercicio de forma habitual puede recuperar la salud y la fertilidad.

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Cómo perder peso para mejorar la fertilidad

Los estudios hasta hace pocos años siempre presentaban dietas bajas en grasas y en  calorías para evidenciar el impacto de las mismas en el peso y en la fertilidad. 

Hoy en  día, en cambio, han cobrado más valor las dietas bajas en carbohidratos. 

Dietas bajas en carbohidratos para mejorar las posibilidades de embarazo

El requisito es que menos del 45% de los nutrientes de la dieta provenga de los carbohidratos, ya sea  en dietas normocalóricas o de muy bajas calorías. Los meta-análisis más actuales han  demostrado que las mujeres con obesidad o sobrepeso, con síndrome metabólico,  mejoraron de igual forma en valores como circunferencia de cintura, colesterol total,  nivel de glucosa o de insulina que con las dietas bajas en grasa. 

Pero, además,  consiguieron mejores resultados en cuanto al peso, triglicéridos y otras lipoproteínas de alta densidad, es decir, el colesterol bueno.  

Estudios de calidad han demostrado que las dietas bajas  en hidratos tienen un impacto directo sobre el delicado equilibrio de las hormonas sexuales, con impacto directo sobre la capacidad reproductiva. 

Consiguen bajar los niveles de insulina  circulante en la sangre, mejorar los ratios de ovulación y con ello las expectativas de éxito en la  fertilidad por encima de otras dietas. Estas dietas son especialmente recomendadas para  mujeres que padecen Síndrome de Ovarios Poliquísticos.  

En general, las dietas bajas en calorías junto con el ejercicio son más efectivas a la hora de  potenciar la fertilidad que otras intervenciones. Y la pérdida de peso impacta directamente mejorando el proceso de ovulación.  

Sin duda, acudir a un profesional de la salud para que te ayude en el proceso será una  buena decisión: dieta, movimiento, apoyo psicológico, acupuntura,  psiconeuroinmunología… 

Todo ello cuenta con evidencia positiva para ayudarte en el camino para perder peso. Y, en caso de que se identifique alguna otra alteración ligada a la obesidad, como es el caso de los ovarios poliquísticos, que puedan ayudarte a revertirla lo antes posible.  

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